Entrada más reciente

Fame antigua

Imagen
Al pie del pozo negro. La galería número tres del pozo rugió como si algo se hubiera despertado de golpe. Las entrañas de la montaña exhalaron su aliento de fuego y grisú. Una explosión seca y brutal partió la roca. Arrastrando una oleada de polvo de muerte que corrió como la pólvora por los túneles. Era como si un animal furioso quisiera dar buena cuenta de todos los mineros. Todo el pueblo se agolpó en la bocamina esperando a sus hombres. Aquel esperaba a su hermano, la otra a sus hijos, esta a su marido y la niña esperaba a su padre. Todos lloraban rezando a gritos para que Dios pudiera salvarlos. Los primeros hombres fueron apareciendo por su propio pie, con lágrimas en los ojos, boqueando como pez fuera del agua y señalando hacia abajo sin poder hablar. Algunos se tiraron al suelo exhaustos, otros trataron de respirar abrazados a los suyos. La niña no veía aparecer a su padre y el dolor fue oprimiendo su joven pecho. Cuando subieron los cuerpos, la lluvia dejó de caer...

Sobre mí

Me llamo Emilio Durán Escobar. 


Emilio Durán Escobar firmando su novela Habitación 216 en la Feria del libro de Boadilla del Monte


Nací en Madrid, pero escribo desde muchos lugares: el miedo, la rabia, el dolor crónico, la cicatriz del superviviente y la ternura que te hace sobrevivir.

No solo escribo para entretener sino también como terapia porque hay algo que duele y hay que curarlo o entenderlo, aunque siga escociendo. Aunque también, por supuesto, lo hago por hacerte sentir. Así, sin más. Hacertee pasar un buen mal rato es mi voluntad primordial y en ello estoy.

Soy autor de Angustias y Temores, Habitación 216, coautor de la antología benéfica de terror Trece pasos hacia la oscuridad y de otras muchas historias que están llegando a mi pantalla.

Creo que la literatura, como dijo Horacio, tiene que "deleitar enseñando" por lo que no se debe esconder nada. Hay que escribir desde la verdad. Lo que se esconde no existe y contra lo que no existe no podemos enfrentarnos. Así que no tengamos miedo de mostrar nuestras debilidades, flaquezas, heridas, llagas o llámese como se llame. 

No tengamos miedo al tropezón o al obstáculo, porque ellos forman parte de ese mismo camino. La perfección es una quimera que se da cuando confluyen muchas fuerzas y todas ellas están mirándote. Lo único que tú puedes garantizar es tu esfuerzo y trabajo personales. Y, si se diera un error, subsanarlo de la meeejor manera posible.

Si con lo que escribo alguien se estremece, se entretiene, se emociona, se asusta, se siente menos solo o le hace reflexionar sobre algo que le sucedió, lo que hago habrá merecido la pena.

Escribo, pues, desde los márgenes; desde la rebeldía, siempre; desde el lugar donde camino, respiro y habito. Y sobre todo, desde las ganas de contarte lo que no nos podemos decir de otra manera.

Comentarios